Cuando era pequeño, mi padre siempre me decía: "Hijo, cuando
llegues a un sitio, di hola, y cuando te marches, di adiós". Yo, en mi corta
edad, me preguntaba el motivo de tal recomendación. Mi padre insistía: "por
cortesía, por educación". Le hice caso a mi padre. No me ha ido mal.
Cuando puedo, suelo practicar algo de deporte y, a veces,
acudo a un polideportivo cercano . En repetidas ocasiones estoy en el vestuario
cambiándome o aseándome y llegan personas al mismo. Más de una vez estoy
solo en el vestuario y estas personas que llegan, no dicen ni hola, ni
cualquier otro breve saludo de cortesía. No doy crédito. Incluso, a veces, digo "hola" yo y, … no responden. Se marchan y ... no dicen ni adiós. Es verdad que no somos amigos, es verdad que seguramente
ni nos conocemos, pero, … En fin, me digo a mí mismo, "tranquilo hombre, ellos no
conocen tampoco a tu padre".
Practiquemos deporte. Es una experiencia llena de vida y maravillosa,
pero el deporte no está reñido con la educación. Es más, forma parte intrínseca
de él.
Bueno, ... a lo mejor es que ya estoy chocheando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario